La niña de los ojos azules, una vez más volvió a subir a la azotea a admirar las estrellas y a disfrutar del viento frío. Subía cuando necesitaba pensar y de paso le gustaba charlar con la luna.
Cada noche que subía la luna estaba ahí esperando escuchar a la joven. "Hoy me di cuenta de una cosa, luna. Las personas sin darnos cuenta y aunque no entre en nuestros planes no podemos olvidar a otras cercanas a nosotras. Es decir, yo puedo tener cualquier sentimiento hacia cualquier persona, pero si esta hace algo que altere mis sentimientos en el caso más extremo intentaré sacarla de mi vida, ¿no?. Ya sea por dolor, rabia, amor... cualquiera. En ocasiones el miedo actúa pero en otras nuestra razón nos aconseja, o eso es lo que creo yo. Y no me refiero solo al amor, también en la amistad. No sé, a veces cuando se nos daña y en este caso el dolor es tan grande que afecta a todo tu ser... ¿cómo se soluciona? No es tan fácil olvidar, ni la opción del perdón. A veces a la pregunta solo existen esas dos respuestas, pero ¿y si busco una tercera? No lo entiendo, no lo sé... no conozco la respuesta.
"A veces lo único que se puede hacer es esperar y dejar que el tiempo ayude a tomar la decisión." Dijo la luna.
"Pero no solo podemos sentarnos a esperar. Esos sentimientos, esos pensamientos nos presionan día a día más el pecho debido a que a cada momento se hacen más grandes. No creo que deba esperar a que todo desaparezca. Hay que aprender a afrontar los sentimientos y si necesitas sacarlos, habla. Si nadie te escucha, grita. Si no puedes contarlo, escribe"
Ana.
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