Tenia las manos de un ángel de la guarda, siempre la ofrecía a todo el que necesitó ayuda e intentó hacer todo lo posible porque las personas que la rodeaban estuvieran bien, pero...
sus ojos son como los de un demonio.
Quiere ayudar pero sus ojos en muchas ocasiones no pueden evitar desprender un aura diferente tras el fracaso de la ayuda.
Hace tiempo no era así, suss manos estaban acompañadas por unas blancas alas que la impulsaban hacia la luz, manos desgastadas pero satisfechas por haber ayudado.
Pero un día todo cambió, las alas poco a poco se fueron marchitando como las flores en verano, su mirada se volvió feroz y decidió juzgar. Se quedó con unas manos que, cada día más, se sentían inútiles, unas alas que con el tiempo desaparecieron y unos ojos malditos.
No podía ayudar a todo el mundo, porque a veces... las personas prefieren encerrarse en si mismas y rechazar las manos que se les ofrece, no por pena, si no por afecto y cariño.
Te engañan mientras se esconden tras sonrisas que nunca serán reales, tras palabras que a fuerza de repetirlas, serán creídas por unos pocos pero nunca por si mismos.
Poco a poco las manos se convertirán en garras y más tarde su ser entero desaparecerá de la memoria de unos pocos.
Y así el ángel se escondió tras las sonrisas que una vez le mintieron.
0 comentarios:
Publicar un comentario