El reloj marcaba la tres de la madrugada con tres campanadas que hacían eco en lo más profundo de su alma. Al borde de aquel puente ella solo pensaba como acabar con tanto dolor...
Los recuerdos comenzaron a surgir en su mente e iban acompañados de una dulce voz que le repetía frases ya conocidas. El sentimiento desesperado se convirtió pues en todo aquello de lo que intentaba huir, pero no era tan sencillo, una vez que estás atado a algo es muy difícil desatarte de golpe.
Jamás hubiera imaginado sentir como estaba sintiéndose, nadie podía escuchar a su corazón llorar tras esa sonrisa que marcaba su feliz rostro.
Las lágrimas comenzaron a caer de sus azules ojos, tristeza y rabia se apoderaban de ella poco a poco. Los engaños, los celos, las ordenes... provocaban en ella sentimientos que no podía contener durante más tiempo, un movimiento y este acto llegaría a su fin.
Cogió impulso, tomó aire, abrió sus brazos... y dio el paso más importante de toda su vida.
Sentía el golpe del viento en su rostro, sus ojos se secaban, la vida transcurría veloz por su mente. El amor que sintió un día, las lágrimas que había derramado por todas esas personas que no se las merecían, tantas sonrisas falseadas, tanto sufrimiento acumulado y por fin todo iba a finalizar al sentir un golpe contra el mar.
Sentía frío, el sufrimiento desaparecía... o eso pensó, derrepente el calor volvió y provenían de unos brazos que no era capaz de reconocer. No sabría decir cuanto tiempo transcurrió, quizás semanas o meses, lo que si se es que seguía en este mundo infame que tanto daño le había provocado. Solo un instante bastó para volver a la realidad, no reconocía lo que la rodeaba ni a quienes la rodeaban.
No quería estar allí.